Hoy te voy a contar cómo fue el tercer trimestre de mi embarazo, pero si todavía no has leído el primero y el segundo, te dejo aquí los enlaces:
Como te contaba al finalizar el segundo trimestre, pude irme a mi pueblo a estar con mi familia y amigos, estuve allí casi un mes, me salté las clases preparto y todo, por poder estar allí, y la verdad es que lo agradecí, porque pude salir del sofocante calor del agosto en Barcelona, y mentalmente me fue de lujo, después de haber tenido que estar ingresada en el hospital..
Durante el mes que estuve allí no hubo ningún cambio significativo, bueno, cada día estaba más gorda y me agobiaba más la barriga, pero cada vez notaba más las patadas de mi pequeño y eso me hacía sentir bien.
Allí pasaba los días yendo a la piscina, dando paseos cortitos, yendo a tomar algo con mis amigos y haciendo alguna merienda en la bodega, así que cuando tuve que volver a Barcelona me fastidió un poco.
Para colmo, a la semana de volver, tenía ecografía de control, y ¿a qué no te imaginas lo que pasó?
Lo primero, el bebé estaba perfecto, stop estrés, pero mi cuello del útero estaba borrado, así que en ese momento el ginecólogo llamó a urgencias, y cómo ya estaba en el Hospital del Mar, en cosa de media hora, ya estaba ingresada de nuevo en urgencias.
En urgencias vieron que tenía el cuello completamente borrado, así que me pusieron la inyección para madurar los pulmones del bebé y luego el gotero con la medicación para las contracciones, y monitores otra vez para ver si la medicación hacía efecto.
Lo “gracioso” de estar en urgencias era que sabías cuando entrabas, pero no cuando ibas a salir, y como no andaras espabilada, te quedabas sin comer.
Sobre las 10 de la noche me bajaron a planta, ya cenada (porque había pedido la cena), a una habitación individual, que menos mal, porque estaba hecha una mierda, y ya me quedé ingresada casi un mes.
Durante la primera semana, cada vez que venía una enfermera o auxiliar y me veían, me decían todas: tu cara me suena.
Claro, estuve hace cosa de un mes ingresada.
Y durante ese mes, en lo referente a síntomas no fue tampoco muy movido, las contracciones sólo las notaba cuando me ponían los monitores, empecé a notarlas sin las correas unos días antes de salir del hospital, pero no eran dolorosas, y me pasaba las mañanas escuchando el latido de mi bebé en los monitores y viendo cómo le daba el hipo, era muy gracioso ver los botes que daba mi barriga, jejeje, y lo peor era que la barriga molestaba cada día más, cada día se hacía más pesado y costaba cada vez más moverse, y las patadas cada vez eran más incómodas, muchas veces tenía que ponerme la mano en las costillas para ver si podía hacer que el peque quitara los pies de ahí.
En lo referente a mi estancia en el hospital, pasé de todo, me cambiaron no sé cuantas veces de habitación, me recorrí casi todas las habitaciones que había en el pasillo, incluso estuve en una de las del área infantil porque se habían quedado sin camas para las mamás, yo era el comodín, cuando algo no les cuadraba, me movían a mi.
Una de las habitaciones en las que estuve casi se inunda un día que llovió muchísimo, entraba agua hasta por la pared, así que me volvieron a cambiar de habitación, jejeje.
Tuve que compartir habitación en dos ocasiones, la primera fue muy bien, era otra chica de Pueblo Nuevo, que ya había tenido un hijo y con el segundo le estaba pasando algo parecido a lo mío, así que cuando estábamos solas nos poníamos a hablar de nuestras experiencias, estuvimos juntas durante tres o cuatro días, hasta que tuvieron un boom de ingresos por parto y me tuvieron que mover de habitación, y me llevaron al área infantil.
En el área infantil tuve que compartir habitación con una extranjera, no hablaba nada de castellano, o casi nada, ella tenía que estar tumbada absolutamente a todas horas, y con la cabeza más baja que los pies, las enfermeras me contaron que había tenido ya varios abortos, me dió un poco de pena, pero duró poco.
La tía era la persona más maleducada que te pudieras echar en cara, la primera vez que entré por la puerta ni me saludó. Su marido y su hija andaban por allí como Pedro por su casa, y tampoco es que fueran muy educados.
La chica estaba a todas horas hablando con el móvil en manos libres, y no te creas que bajito, le daba igual que tu tuvieras visita o que estuvieras intentando dormir, si no estaba hablando por teléfono estaba con la música puesta a todo trapo o viendo algún tipo de serie extraña.
Y cuando llegó la noche yo pensaba que iba a poder dormir tranquila, así que me eché para dormir, pero cuando más agusto estaba, un sonido fuertísimo me despertó, ¿a que no adivinas lo que era? Pues mi compañera roncando como nunca había oído a nadie roncar. Yo pensaba que mi padre hacía muchísimo ruido al roncar, pero esta chica le ganaba con creces, intenté dormir, pero era imposible, así que cuando vino la enfermera a cambiarme el gotero le conté lo que pasaba y que no podía dormir, que quería que me cambiasen de nuevo de habitación, al día siguiente por la mañana vino la doctora “vinagre” esta vez de mejor humor, y le conté todo lo que había pasado con la chica y que quería que me cambiaran de habitación, y al llegar la noche me volvieron a pasar al pasillo de las mamis a la habitación que casi se inunda, y por el camino las enfermeras sacaron a la puerta de otra habitación a la primera chica con la que estuve compartiendo habitación para que me saludara, fue muy gracioso.
Un viernes, vino una de las matronas a la habitación a ponerme los monitores y aquello empezó a hacer montañas como loco, las contracciones habían vuelto, me habían quitado la medicación dos días antes, porque en la semana que estaba ya no era efectiva y ya no me la podían volver a poner, me subieron a urgencias, me volvieron a poner los monitores, me miraron el cuello del útero, vieron que estaba borrado y dilatada de un centímetro, me volvieron a poner monitores, ya no había tantas contracciones y me volvieron a medir el cuello, como vieron que todo se mantenía me dieron el alta y me dijeron que como ya no se podía hacer más que me daban el alta, que me podría poner de parto en cualquier momento y que si seguía como estaba, igual me tenían que provocar el parto porque podía coger una infección.
Pues en las semanas posteriores, nadie me miró el cuello ni si estaba más dilatada, todos los viernes iba a urgencias del hospital del Mar a ponerme los monitores y eso era lo único que hacía, tenía contracciones pero no eran de parto, así que vuelta a casa.
Y así estuve hasta que salí de cuentas, a los dos días empecé a notar las contracciones raras, como que dolían un poco, llamé a mi pareja y después de comer nos fuimos al hospital.
Pero por hoy ya te he aburrido suficiente, en unas semanas te cuento cómo fue el parto.
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